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Languidece arrasada Jesbón,
el viñedo de Sibmá,
los dueños de las naciones
arrancaron sus guías,
que llegaban a Jazer,
extendidas por el páramo;
sus brotes esparcidos
sobrepasaban el mar.
Por eso, ahora lloro
con el llanto de Jazer,
por la viña de Sibmá.
Los riego con mi llanto,
Jesbón y Elalé:
callaron las alegres melodías
de su cosecha y vendimia.
10 En el huerto callaron el gozo y el júbilo,
no suenan en las viñas gritos de alegría;
no hay quien pise el vino en el lagar,
tocaron a su fin las alegres melodías.

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